Emprender después de los 50

Cuando madurez y experiencia se combinan con ganas de abrir un negocio propio: preguntas y destrezas para los emprendedores senior.

 

Es común imaginar a los emprendedores exclusivamente como personas que integran una franja etaria que no pasa de los 40 años, pero sostener esa mirada hacia los jóvenes como los únicos actores económicos capaces de forjar su propio negocio significa dejar afuera una enorme capacidad en términos de talento, visión y experiencia.

La referencia va dirigida a aquellos que habiendo alcanzado la madurez de edad todavía se preguntan si es posible aventurarse con un proyecto propio que pueda resultar en una fuente de ingresos estructural y, al mismo tiempo, en una realización profesional de sus deseos y capacidades: hombres y mujeres mayores de 50 años con ganas de traducir sus años trayectoria en talento emprendedor.

Según el último censo realizado en 2010, el 24 % de la población argentina se compone de gente de 50 años o más, un total de casi 10 millones de personas y una cifra impactante si se tiene en cuenta que se trata de la mitad de la población activa del país.

 El potencial que guarda esta franja etaria, evidentemente, es de una importancia capital para la economía. Arraigar la cultura emprendedora entre las personas de edad madura, por lo tanto, es una estrategia saludable para cualquier país en busca de mejorar, así como también para cualquier familia que quiera estar cada año mejor.

En su libro “La revolución de la segunda chance: convertirte en tu propio jefe después de los 50”, el decano de la Universidad de Long Island y autor del primer Reporte de Emprendedurismo Senior del Global Entrepreneurship Monitor, Edward Rogoff, afirma que “durante la transición de convertirse en emprendedores, muchas de las personas que se aventuran descubren que los mejores años de su vida laboral no han quedado atrás, sino que están delante de ellos”.

Para quienes estén preguntándose si deberían aventurarse o no en el camino del emprendedurismo, Rogoff deja algunos cuestionamientos que los potenciales emprendedores senior pueden hacerse a sí mismos:

¿Te sentirías cómodo trabajando por tu cuenta todo el día? ¿Estás dispuesto, si es necesario, a trabajar durante largas horas hasta la noche?

  • ¿Estás emocionalmente preparado para tratar con el stress que significa ser tu propio jefe, cargar el peso del emprendimiento sobre tus hombros, esperar respuestas críticas y manejar complejos movimientos de dinero?
  • ¿Estás dispuesto a hacer lo que sea necesario para que tu negocio tenga éxito? ¿Incluso hacer de cadete o limpiar tu oficina?
  • ¿Están tus niveles de energía y tu estado de salud en buena forma? ¿Te sentís físicamente listo para llevar adelante un emprendimiento?
  • Si las cosas se complican, ¿sos capaz de seguir siendo la misma persona que tus familiares amigos conocen y quieren?

 

Asimismo, el autor también marca algunas aptitudes que todo emprendedor senior debería tener o empezar a generar para encarar su propio negocio:

  • Flexibilidad y capacidad de adaptarse a los cambios
  • Una razonable educación en lo que respecta a negocios. Este no es un requisito indispensable, pero si el emprendimiento independiente es de gran escala, puede ayudar mucho. De todos modos, para la mayoría de las personas de edad madura este requisito puede muchas veces compensarse con la propia experiencia.
  • Optimismo y actitud positiva.
  • Resiliencia: la habilidad de absorber decepciones y adversidades sin dejarse desanimar.
  • Buenas relaciones interpersonales que se apoyen en una actitud carismática y no en un trato seco o distante.
  • Habilidades organizacionales. La capacidad de ver la foto en perspectiva y también de prestar atención a los detalles.
  • Intuición, creatividad, la habilidad para aprovechar bien el tiempo y una buena cantidad de autoconfianza.

Quizás los requisitos pueden sonar demasiados para más de un posible emprendedor que se encuentre dubitativo sobre si aventurarse o no al mercado. Pero a diferencia de lo que sucedía en décadas anteriores, cuando los pioneros de los negocios personales hacían el camino sin mayor formación que sus propias experiencias, hoy existen infinidad de oportunidades para formarse antes y lanzarse después.

Es cuestión de transformar ese deseo de crecer hacia afuera en, antes que nada, crecer hacia adentro y moldear un perfil de emprendedor para estar listo y dar el gran paso cuando más pertinente sea. Los riesgos, queda claro, estarán siempre. Vale tomar la cita del fundador de Mc Donald’s, Ray Krock, que el propio Edward Rogoff suma a su libro. Kroc, como muchos otros grandes comerciantes de la historia, descubrió cuál era su veta después de los 50.

“Tenía 52 años. Tenía diabetes y una artritis incipiente, había perdido la vesícula y la mayor parte de mi glándula tiroides. Pero estaba convencido de que lo mejor estaba adelante”.

También vale mencionar a Mary Kay Ash, que recién tuvo éxito con la compañía de cosméticos que lleva su nombre a los 61 años, o a Gordon Bowker, que fundó Starbucks a los 51. Las grandes ideas, parece, no conocen de edad.

TAGS: emprendedurismo, mayores de 50, edad para emprender, animarse a emprender, motivación

POR: Juan José Relmucao

Juan José Relmucao es corresponsal de Noisey, Thump, Creators Project y Vice Sports Latinoamérica. Además ha colaborado con medios argentinos como  Buenos Aires Económico, Tiempo Argentino y Brando. También ha sido docente de Taller de Redacción Periodística en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, integrante del Observatorio de Culturas Políticas del Centro Cultural de la Cooperación y redactor publicitario para A&E América Latina.

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