Estar 9 horas en la oficina de lunes a viernes es una constante y, a excepción de los emprendedores que pueden flexibilizar sus horarios, es usual tener estipulado un tiempo de una hora (máximo) para el momento del almuerzo. Los desafíos no son pocos al momento de conectarnos con el comer, trabajar y cumplir con todas las expectativas, es por ello que muchas veces nos encontramos almorzando frente a la computadora, picando un tostado con un café para “hacer más rápido”, o comiendo alguna empanada que nos saca del paso.
En este mundo moderno convivimos con una revolución que ha comenzado hace unos años, que nos invita a repensar la alimentación como un proceso más consciente, eligiendo que comer, enfocándonos en cómo nos hacen sentir los alimentos, eliminando aquellos productos que nos generan malestar (lácteos, grasas y productos con gluten según el caso).
Seas parte de esta revolución o no, a la hora de alimentarse bien en el trabajo, todos ponemos las mismas excusas:
No tengo tiempo.
Una larga jornada de trabajo no debe ser la razón por la cual decidamos comer cualquier producto de consumo rápido.
La empresa no posee catering, así que debo comer algo rápido y accesible.
Si la empresa no cuenta con un servicio de almuerzo para sus empleados, es posible que la comida rápida sea la alternativa viable, pero hay formas de poder contrarrestarlo.
Haciendo un lado las excusas, pensemos qué alternativas podemos llevar adelante para contrarrestar los efectos en nuestra salud de una mala alimentación laboral, y elevar la sensación de bienestar.
UN DIA DE COCINA
Dedicar un día de la semana a cocinar alternativas saludables tales como tartas de verdura, ensaladas con hojas verdes y algo de proteína puede ser una buena alternativa. Además de ensaladas podés pensar en sándwiches saludables, con productos como palta, atún, pollo y verduras puede ser una alternativa fácilmente trasladable.
BARRITAS. ¿UNA OPCION?
Las barritas de cereal han sido la excusa perfecta para saltarse comidas, pero esto no quiere decir que reemplacen un almuerzo. Es cierto que ayudan a reemplazar alfajores, galletitas y facturas. Recomendamos aquellas que son más naturales, con predominio de semillas y frutos secos que ayudan a nuestro cerebro a mantenerse enfocado en el trabajo y nos devuelven la energía que perdemos en el sedentarismo, pero simplemente como snack y no como reemplazo de una comida diaria.
BATIDOS DE PROTEINAS
Podés utilizarlo como alternativa para reemplazo del café, té o mate. Estos batidos son fáciles de preparar, ya que se realizan con agua o leche, y en caso que decidas hacer ejercicio luego del trabajo, te preparan para un buen entrenamiento, con toda la energía que precisas para tus músculos.
FRUTAS. LOS ALIADOS DE SIEMPRE
Como norma general, es preferible comer frutas una media hora antes de la comida y no al final, como solemos realizarlo. Si se toman después de una comida rica en carbohidratos y rica en proteínas, deben aguardar su turno en el proceso digestivo, para evitar hinchazón y dolores estomacales. Sin embargo, hay algunas excepciones como la manzana, la pera o el ananá, que contienen enzimas que ayudan a digerir mejor las proteínas y almidones, y pueden ser fácilmente consumidas al final de un almuerzo.
La opción también es utilizar a las frutas como colación a media mañana o por la tarde, sumadas a algún yogurt. Un dato es que si llevan manzanas verdes, con sólo cortarlas, espolvorear con azúcar y meterlas unos segundos en el microondas, pueden disfrutar de una compota casera, en la oficina.
MINDFULNESS LABORAL
El mindfulness no sólo es una disciplina que se practica en las clases de Yoga, sino que puede aplicarse al momento de comer en nuestro ambiente laboral. La respiración debería acompañar cada bocado y se recomienda masticar unas 30/50 veces antes de tragar los alimentos. ¿Qué efecto tiene? Nos permite conectarnos con el aquí y ahora y disfrutar más de la experiencia de estar alimentándonos. Diariamente tomamos esto como un acto sumamente automático, y no deberíamos olvidarnos que es el momento de recarga de energía del cuerpo.
¿ES HAMBRE?
Hambre fisiológico y hambre emocional son dos conceptos diferentes. Muchas veces comemos por automaticidad, porque a cierta hora se “debe” comer, porque tenemos ansiedad y no porque realmente tenemos hambre. Te invito a que te replantees cuando el cuerpo es el que te pide alimento, y cuando las estructuras, creencias o sociedad lo estipulan. En este cuadrito te dejo las características que diferencian los dos tipos de hambre para que puedas evaluarte e identificar qué le está pasando a tu cuerpo
La ansiedad es la emoción que regula nuestro comportamiento con respecto a la conducta alimentaria, por eso es tan importante tener nuestros niveles de ansiedad en pleno control.
Un estudio realizado sobre la conexión entre comer y la ansiedad mostró que “cuando las personas reconocen cuál es la causa que les genera ansiedad, posiblemente no les dé ganas de comer” Por ejemplo, si la persona está ansiosa porque tiene que ir a una entrega a un cliente, fácilmente puede identificar la causa de su ansiedad y posiblemente no necesite comer, sino realizar alguna técnica de respiración para volver a su centro.
No debemos dejar que las excusas y los malos hábitos se conviertan en obstáculos para incorporar todos los nutrientes en nuestro organismo. Tomarnos el tiempo necesario para honrar nuestro cuerpo y nuestro bienestar, hace la diferencia.
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POR: Carolina Varzabetian
Soy Carolina Varzabetian, tengo 36 años y Lic. En Diseño Gráfico. Con experiencia profesional en diseño y marketing durante varios años, hoy soy fundadora de Woman+weconnect un emprendimiento con el fin de ofrecer variables de talleres y eventos dedicados al desarrollo personal y la calidad de vida. Escribo cada miércoles a mis seguidoras, y participo como capacitadora del Programa BAemprende de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Amante del eterno aprendizaje, de los viajes lejanos, y de mi perro Felipe. Facebook: womanweconnect