¿Entrar o no entrar a los emprendimientos de moda?

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Cuando la duda está en invertir o no en los negocios del momento, es crucial tener algunas nociones en cuenta antes de lanzarse.

 

No hace falta conocer en profundidad ni tener una gran experiencia en el mundo de los emprendimientos para darse cuenta: en cada época hay negocios tan característicos que se vuelven, por un lado, un hábito de consumo para una cantidad enorme de clientes, y por el otro, una salida vista como práctica y concreta para inversores que quieren probar suerte con la PyME de moda. Cualquier argentino que ronde los 40 recordará los “booms” de los videoclubs o las canchas de paddle, pero ¿estas “olas de emprendimientos” son un fenómeno netamente autóctono? ¿Por qué surgen este tipo de modas de negocios? Y, lo más importante, ¿cómo saber capitalizarlas de la mejor manera? Aquí presentamos algunas nociones para tener en cuenta si la idea es entrar al mundo de la cerveza artesanal, la cocina de autor, el diseño independiente o la programación de videojuegos.

La oportunidad y el cliente

En primer lugar, hay que tener un lente para observar este tipo de fenómenos y saber que existe un marco en el cual se desarrollan. Estamos hablando nada más y nada menos que de ese gran término regidor de esta era: el consumo. Para ser prácticos, podemos sintetizar que consumir es comprar, pero también naturalizar, y en ese acto de personalizar un hábito general —desde qué lugar compro, qué expongo de mí mediante la adquisición de un bien o de un servicio— se entiende mejor el origen de los emprendimientos de moda en el fin de esta década.

El filósofo francés Guilles Lipovetsky afirma al respecto: “Antes el consumo era ostentatorio, buscaba algún estatus frente al entorno. Hoy, el consumo compra y busca otras ganancias a nivel personal: placer, emoción, aventura, comunicación con el prójimo, experiencias lúdicas. El consumo de hoy crea algo relacional, para estar en contacto con quienes nos rodean. De esta manera, pasamos de un consumidor de estatus y homogénico a otro consumidor de tipo emocional y atomizado”. 

“Este consumo emocional —explica Lipovetsky— representa una paradoja, porque a pesar de ser emocional, no es impulsivo, sino reflexivo. El hiper consumidor de hoy está informado, busca circuitos y alternativas más económicas, no es puramente adictivo. Se informa, compara, exige.
Más clientes con más razones para tener la razón. En la distinción de la oferta y en la cantidad y criterio de las particularidades que pueda brindar el producto o servicio, ahí parece estar la razón de ser y prevalecer de estos “booms” que generan grandes espacios de oportunidades para emprender. Comprar ropa de autor tiene una posibilidad de customizar y particularizar el vestir, que una producción serializada no ofrece; tomar cierto tipo de cerveza en cierto local que combine oferta con ambiente predispone, al menos en superficie, a una forma diferente de encuentro; jugar videojuegos de 8 bits puede una “épica” y “mística” que los gráficos de las consolas avanzadas no conocieron. 

Esto sirve para entender el por qué y para saber cómo elaborar una oferta en contextos de demanda menos homogénea. Pero hay otros aspectos que, antes de invertir, es mejor tener bien en cuenta. 

La tensión y el mercado

Hay una palabra con ecos de apocalipsis para estos negocios del momento y es “saturación”. Las 600 microcervecerías relevadas en 2017 por la Cámara de Cerveceros Artesanales de Argentina dan una noción de cuánta gente entró al negocio en el último par de años y, leídas desde una mirada competitiva, una noción de qué puede pasar en el largo plazo.

Cuando aparece la saturación el negocio de moda, si no tiene una planificación en innovación, se corre el gran riesgo de convertirse en un cliché. Y llegar a eso, para estos pequeños emprendimientos, puede ser un punto de no retorno. ¿Cuántas cervecerías hay en la zona donde se pensaba instalar una? ¿Realmente hacen falta más? ¿Cómo nos desmarcamos de las otras ofertas? 

Asimismo, si los juegos de 8 bits se vuelven masivos, ese encanto de la mística se va diluyendo. ¿En qué plaza se puede ubicar mejor una start up de este tipo?. El mercado, que siempre está en movimiento, es todavía más veloz cuando se trata de éxitos de época. El ida y vuelta con el cliente se da en un contexto de competencia constante y de demanda de agregado de valor más allá de la idea original. Ahí es cuando la mano del conductor o conductora, tiene que entrar para timonear en la dirección más acertada.

La diferencia: las habilidades del emprendedor 

Ya sea un local de gastronomía de autor o una marca de ropa propia, el criterio de los líderes del emprendimiento es lo que más y mejor puede marcar diferencia cuando haya que tomar decisiones para apuntalar o revitalizar la performance del negocio. Como señala Lipovetsky, la forma de consumir del cliente está mucho más personalizada y a los sobresaltos de una demanda más personal no puede sobrevenirle una respuesta genérica. El factor humano es vital y a continuación se detallan algunas características que hacen de un pequeño emprendimiento una inversión más que una aventura intuitiva en la tendencia:

Visión de largo plazo: Cuando se observa cómo se multiplican los emprendimientos de moda la tentación es salir intempestivamente con una propuesta similar para beneficiarse de una demanda que aparenta ser muy abundante. Pero una cosa es salir y otra salir a competir. Si se plantea la inversión con una mirada sobre su posible evolución en el mercado, la apuesta va a contar con un plus para prevalecer ante los embudos de demanda que provoca la saturación. Se trata de plantear escenarios en los cuales el emprendimiento pueda crecer, cambiar o profundizar ciertos aspectos en caso de que sea necesario. ¿Qué pasaría si, por ejemplo, uno de los costos de esta inversión presuntamente sencilla se dispara violentamente? ¿Y si hay que agregarle algo más a la oferta inicial para permanecer competitivos?

Feedback cercano: Con clientes que buscan personalizar más su consumo y se detienen en algo que va más allá que la sola calidad del producto y servicio, saber qué piensan y qué sienten es una brújula excelente para conducir la inversión por cauces más certeros. El feedback, en el caso de que se trate de un local gastronómico, por ejemplo, puede darse a través de los mismos empleados o con espacios dedicados a las sugerencias del consumidor. En el caso de un emprendimiento textil, las ferias y los showrooms que pidan la opinión de los clientes son oportunidades excelentes para charlar mano a mano. En cualquier caso, un manejo de redes empático, humano y que naturalice la presencia de la marca en la vida del cliente es un arte que va a beneficiar mucho la visión del negocio sobre sí mismo.

Flexibilidad: Las tendencias son justamente eso, y pueden variar o cambiar a medida que se superponen con otros hábitos que ganan popularidad. Si la apuesta va exclusivamente a una sola forma de engagement con el cliente, ¿qué pasa cuando la moda empiece a cambiar o se complejice? Es cuestión de no tratar a un pequeño emprendimiento grupal como una empresa de decenas de integrantes y de proyección indeterminada. Si, como en toda moda, el espíritu es urbano, mejor ser ligeros. 

Foco en el valor agregado: Ante la dificultad de diferenciarse de otras ofertas similares, echar mano al valor agregado es el motor que siempre va a mantener al emprendimiento un paso más allá. O mejor: es lo que puede ir moldeando la tendencia en su beneficio, si es que se tienen las mentes adecuadas para hacerlo. Porque esa es otra de las grandes oportunidades que ofrecen los booms, la posibilidad de que, ante tanta multiplicación de ofertas parecidas, una buena diferencia puede ser capitalizada en profundidad. Y cuando algo popular se vuelve trendy, todo se vuelve más fácil de fidelizar.

Para concluir, y para completar los escenarios que todo líder o socios deben considerar al seguir la sensación económica del momento, nunca estará demás contar con un plan B para reconvertir el proyecto en caso de que la moda cese. ¿Cómo puede una cervecería mutar en un local gastronómico? ¿De qué tipo? ¿Con qué particularidades? ¿Una tienda de ropa de diseño puede ampliar su oferta a un público más amplio? ¿Desprendiéndose de qué particularidades y agregando qué variantes más universales a su catálogo? La moda puede pasar, nuestra apuesta no debería. 

TAGS: emprendedurismo, modas, inversiones, adaptarse al cambio, toma de decisiones, cervecerías, barberías

POR: Juan José Relmucao
Juan José Relmucao es corresponsal de Noisey, Thump, Creators Project y Vice Sports Latinoamérica. Además ha colaborado con medios argentinos como Buenos Aires Económico, Tiempo Argentino y Brando. También ha sido docente de Taller de Redacción Periodística en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, integrante del Observatorio de Culturas Políticas del Centro Cultural de la Cooperación y redactor publicitario para A&E América Latina.

 

 

 

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