
“Capturar las emociones de los empleados para la realización de los logros de la empresa”. “El conocimiento y liderazgo de las emociones y los sentimientos de los miembros de la empresa deben ser usados para la liberación de la energía emocional de la misma”. “El conocimiento y la utilización de esos sentimientos se deberían ver reflejados en la planificación estratégica y en cada acción”.
Según este enfoque de Heike Bruch, Profesora de Liderazgo de la Universidad de St. Gallen, y Sumantra Ghoshal, Profesor de Liderazgo Estratégico e Internacional de la Escuela de Negocios de Londres, las emociones poseen distintas intensidades, distinta fuerza de su energía, lo que luego se traduce en el grado de actividad de la empresa.
Entonces, ¿Qué tipo de emociones podemos encontrar en una empresa y cómo las percibimos?
Para percibir las emociones, hay que verlas en la acción, en el día a día, en el grado de alerta, de entusiasmo, de acción y reacción de cada empleado.
- Una intensidad alta se ve en el nivel de interacción de las personas, en el grado de alerta y entusiasmo (entusiasmo, alegría y satisfacción).
- Una intensidad débil se ve en la apatía, en la acción por inercia, cansancio, inflexibilidad y cinismo (temor, frustración, pesadumbre).
Pero hay otro factor muy relevante que se debe tener en cuenta al evaluar las emociones, que es su calidad. Esta calidad, está determinada por la presencia de emociones positivas o negativas.
La interacción entre la
intensidad y la
calidad de la energía que exista en la empresa, permite agruparla de la siguiente manera:
En función de esta combinación, se pueden identificar las siguientes zonas:
Zona de Comodidad: Sucede a menudo en empresas con alto nivel de satisfacción, pero poca vivacidad. Emociones débiles pero positivas, poca actitud de alerta y de tensión emocional. Esto se refleja en la falta de iniciativas estratégicas movilizadoras.
Zona de resignación: En este estado, la empresa posee emociones débiles y negativas como ser: frustración, desaliento, pesadumbre. Las personas se sienten emocionalmente distantes de la empresa, resignados.
Zona de agresión: Suele suceder en empresas con gran nivel de tensión pero cuyas emociones no están bien direccionadas. Esa tensión produce un nivel de competencia interno que imposibilita el trabajo en equipo y la coordinación.
Zona de pasión: Estar en esta zona es disfrutar de emociones intensas y de gran calidad en la cual, las personas disfrutan con orgullo de su trabajo y se sienten alegres de pertenecer. Están entusiasmados y alineados en su accionar, lo que produce creatividad, innovación y trabajo en equipo.
En definitiva, las emociones débiles no estimulan a la gente a la acción, mientras que un nivel de emoción alto, fomenta el entusiasmo colectivo y genera acción.
Pero cuidado. Al gestionar las emociones pueden aparecer trampas que responden generalmente a tendencias naturales de la cultura de la empresa a ubicarse en una zona determinada sin considerar el entorno, o a tendencias forzadas de la dirección a ubicarse en ciertas zonas.
¿Cuáles son estas trampas?
Trampa de la pasión permanente: Empujar a una empresa constantemente en el camino de la pasión puede conducir a un agotamiento. Por ello, deben existir etapas de rehabilitación en las que se recuperen y disfruten de los logros obtenidos.
Trampa de la inercia: Es la falta de habilidad para adaptarse a los entornos cambiantes, y las empresas suelen caer en esta trampa luego de períodos de éxito los cuales piensan que se obtuvo el sistema ideal, o en etapas de bajo rendimiento, en donde la mediocridad sostenida en los procesos les hace perder la confianza.
Trampa de la corrosión: Cuando la coyuntura del sistema cambia y comienzan a existir amenazas externas y ocurren situaciones de discordia interna, comienzan a corroerse las relaciones. En lugar de trabajar unidos, las energías se canalizan en luchas internas, en donde la falta de optimismo y colaboración termina erosionando la empresa.
Pero entonces, ¿Cómo conviene fomentar las emociones?
Para liberar la energía emocional de las personas, surgen dos caminos deseables:
Instalarse en la zona de agresión requiere concentrar la atención, las emociones y el esfuerzo de la gente, para alinearlos al objetivo de sobrevivir a distintas amenazas (quiebra, reducción de personal, nuevos competidores, tecnologías disruptivas);
Instalarse en la zona de pasión implica, en cambio, desarrollar el entusiasmo colectivo para alinearse en una misma visión, detrás de un mismo propósito.
¿Cuándo y cómo conviene instalarse en cada zona?
Para estar en la zona de agresión, debe existir una amenaza visible, e incluso experimentada por la empresa. Las emociones que surjan, deben canalizarse mediante un proceso disciplinado, con instrucciones precisas y planes detallados. Los líderes deben guiar, monitorear y controlar el proceso continuamente. Su participación y compromiso son esenciales. Las emociones que aparecen son la ira, el temor, el odio, la vergüenza. Todas estas emociones movilizan a las personas, pero no sacan lo mejor de ellas y no permiten innovar, pero sí sobrevivir. Si bien sirven para algún momento, luego de pasada dicha etapa puede que las personas pasen a la zona de comodidad.
Para instalarse en la zona de pasión, hay que despertar los sueños de las personas y comprometerlos en la realización de distintos logros. El objetivo es poder invocar una pasión que sea capaz de superar la pasividad. Para ello, los líderes deben ser calmos, gentiles e inspiradores, y deben generar ambientes de curiosidad, emoción y pertenencia, con el objetivo de lograr que la gente vea una oportunidad, crea en ella y se comprometa. Esto es más difícil que reconocer una amenaza, pero permitirá detectar oportunidades, innovar y crecer.
El camino ideal es combinar la inmediatez, disciplina y decisión de la zona de agresión con el entusiasmo, la alegría y el orgullo de la zona de pasión.
Para ello, se deberá encontrar un camino que permita superar las amenazas, y, de esa manera, construir un nuevo futuro.
En definitiva, si la empresa posee una amenaza visible, es más fácil enfocarse en ella que mostrar un nuevo sueño, ya que las personas primero buscarán la supervivencia. Sin embargo, cuando no hay amenazas visibles, enfocarse en los sueños, la visión y un propósito compartido, es el camino.
Para lograrlo, el autoconocimiento, el análisis del entorno y la planificación, son fundamentales. Por eso, para empezar, no estaría mal que hagas una Matriz FODA de tu empresa. Te recomiendo mirar este video para que puedas armarla fácilmente como diagnóstico y puntapié inicial, antes de decidir el próximo paso.
No olvides que las emociones en la empresa generan energía. El desafío de la dirección radica en liberarla y alinearla para lograr mejoras, innovación y crecimiento.
TAGS: emociones, liderazgo, matriz FODA, energía, crecimiento.
POR: Soy Sebastian Torrisi, nací en Junín en el año 1973. Estudié en el Liceo Militar General San Martín, me recibí de Ingeniero en Organización de Empresas en la UADE y realicé un Posgrado en Organización y Dirección de Empresas de la UBA. Poseo una experiencia de 20 años en la industria financiera, en Bancos Locales e Internacionales. Actualmente soy Director en el Casino de Tigre, y también realizo consultorías en distintos ámbitos. Mi pasión es APRENDER nuevos negocios/ herramientas y HACER implementaciones o mejoras, siempre buscando SATISFACER al usuario/ interesado, mediante nuevas experiencias, procesos, sistemas, canales, o bien en la conducción y motivación de equipos de trabajo para el logro de objetivos.