Algas que se transforman en biogás, piedras que se convierten en papel, vidrio que se recicla para construir casas. Todas ellas parecen ideas inverosímiles, impracticables, incluso alocadas. Sin embargo, son proyectos y negocios concretos, probados y exitosos que la Economía Azul, de la mano de Gunter Pauli, su creador, implementó en varios países en todo el mundo con muy buenos resultados en términos de desarrollo de valor agregado, económico y generación de empleo.
Esta nueva manera de hacer negocios desembarcó en nuestro país a principios de año gracias a un convenio establecido entre el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, la Fundación ZERI (Zero Emissions Research and Initiatives, presidida por Pauli) y el Capítulo Argentino del Club de Roma, una organización internacional que nace en 1968, con personalidades de diversas áreas, para reflexionar y discutir acerca del impacto en el medioambiente y del futuro de la humanidad; presidida en nuestro país por el filósofo Santiago Kovadloff.
“El modelo funciona perfectamente si se enfocara la producción a la generación de más valor agregado para responder a las demandas locales. Y eso es lo que propone la Economía Azul”, nos plantea Pauli, emprendedor y empresario belga de 60 años, que invita a sus colegas en todo el mundo a quitar de la cabeza el concepto de “producir cada vez más a menor costo”.
Para ello, el acuerdo en nuestro país conlleva la implementación del proyecto de Escaneo, Identificación e Implementación de Oportunidades, a cargo de Gonzalo del Castillo, Coordinador de Proyectos del Capítulo Argentino del Club de Roma. Mediante el mapeo de actores sociales, económicos, estatales y un cuadro de factibilidad que incluye las oportunidades, normativas y necesidades de cada región, fueron identificados, hasta el momento, trece potenciales proyectos para desarrollar.
Uno de los casos más avanzado acerca de las condiciones socioeconómicas y ambientales del mercado local es la posibilidad de “producción de biogás a partir del cultivo de macroalgas en el sur de la Provincia de Buenos Aires sobre plataforma marina”, indica del Castillo.
De acuerdo a las investigaciones, en nuestro país, existen 226 variedades de algas. Este proyecto implicaría la plantación de algas en zonas estratégicas y superficiales, que luego serán utilizadas en biodigestores, generando energía limpia.
Como todos los proyectos establecidos por la Economía Azul, la implementación de este negocio conlleva distintos beneficios para el medioambiente y para la comunidad. Una vez que comienza la plantación, empieza la regeneración ambiental, debido a que en el país solo queda el 5% de la vida marina. Las algas contribuyen a la biodiversidad, ya que son especies pioneras y permitirán que otras especies como moluscos, cangrejos y peces, habiten el ecosistema. Esto a su vez, brindará nuevas fuentes de ingreso, a través de la pesca y de toda su cadena, generando empleo y desarrollo local.
Otro proyecto que está en estudio se lleva adelante en la Provincia de San Juan. Se trata de papel piedra, un negocio que Pauli implementó con mucho éxito en China donde ya existen cuatro fábricas de este material. El papel piedra proviene de los residuos de la actividad minera. Específicamente, en nuestro país está vinculada al residuo de cal de la fábrica Caleras San Juan, ubicada en la zona de Divisadero. Las caleras liberan una gran cantidad de polvo que contamina y daña la salud, pero este polvo a través de un sistema de recuperación y procesado, junto a un polímero de alta densidad, puede convertirse en papel apto para cualquier uso.
Lo más interesante es que el proceso no requiere agua, por lo que se ahorran cantidades significativas en comparación con el papel tradicional. En esta línea, se plantea hacer 65 mil toneladas de papel en San Juan y luego replicarlo en otros puntos del país.
¿Cómo las PyMEs argentinas puede transitar este camino?
Pauli es claro, y también ha demostrado que su filosofía es practicable, además de replicable, muy lejos del “green washing”, como denomina a las acciones que llevan adelante empresas que comunican que son sustentables, cuando en realidad implementan algunas acciones para mitigar el impacto negativo de su proceso productivo.
La Economía Azul se basa en “usar lo que se tiene, implementar innovaciones en el modelo de negocios (más que tecnológicos), respondiendo a las necesidades locales (necesidades básicas en agua, alimento, vivienda, salud, energía) generando valor agregado alto y compitiendo con ética”, aclara Pauli. Y agrega que se diferencia de la economía verde “donde -con todas las buenas intenciones iniciales- ‘lo que es bien para la salud y bueno para el ambiente es costoso, lo malo es barato’, ese no puede ser el modelo del futuro”.
En cada una de las presentaciones que el emprendedor hace alrededor del mundo y en sus videos difunde la necesidad de contar con empresarios cada vez más conscientes sobre la Economía Azul y sobre las oportunidades que puede generar. Pero también insiste en que las ideas sólo son buenas en la medida que son ejecutadas. Por eso insta a poner en práctica, inspirarse o replicar las 112 iniciativas que están probadas y difundidas en la fundación ZERI (www.zeri.org )
Pauli considera que la aplicación de esta filosofía “es mucho más fácil para una empresa pyme que para una grande que tiene que operar dentro el supply chain management y competir a una escala mundial. La pyme opera en el mercado local y responde a necesidades locales. Si soy un tostador de café, puedo convertir mis residuos en substrato para hongos; si soy un productor de jugos puedo utilizar las semillas como aditivo mineral y vitaminas para pan. No hay fin para transformar las actividades que se desarrollan en oportunidades que pueden dar un mejor rendimiento para la empresa”.
La estrategia más importante para arrancar es hacer un inventario local de todas las oportunidades y también de las necesidades locales de la comunidad. Luego de hacer este inventario, poder desarrollar un portfolio de proyectos y evaluar su viabilidad. Por último, Pauli sugiere que “sólo no es tan fácil” y propone aliarse con un par de empresas para complementarse.
Muchas veces lo innovador parece lejano, difícil de poner en práctica, costoso. Pero hoy, las PyMEs de nuestro país tienen, a través de esta economía, la oportunidad de replicar proyectos exitosos y de valerse de la simpleza de sus procesos. Tan simple como la denominación que le dio su creador: Azul, porque el cielo es azul, porque el agua es azul y porque el planeta visto desde el Universo es azul.
TAGS: Responsabilidad social, sustentabilidad, economía azul, nuevos paradigmas, valor agregado
POR: Florencia Del Gizzo.
¡Hola! Soy Flor Del Gizzo, Storyteller y Periodista. Formada en la escuela de periodismo TEA, cuento con un Posgrado en Comunicación Institucional de la Universidad Austral y un Posgrado en Gestión de Organizaciones sin fines de lucro de la UdeSA. Comencé mi carrera hace 17 años y trabajé para diversas organizaciones y proyectos nacionales e internacionales, en las áreas de Comunicación, Desarrollo de Fondos, RSE, Marketing, Voluntariado y Cooperación Internacional. Como Periodista publiqué cerca de 100 notas sobre calidad de vida, salud, sustentabilidad y crianza en medios graficos como Clarín, Revistas Grupo La Nación, Editorial Televisa y Editorial Perfil. Mi pasión por contar historias y mi experiencia dieron origen a Flor de Historia, Agencia de contenidos especializada en Storytelling. Su propósito es comunicar historias que inspiren y motiven, y que permitan a empresas y organizaciones a distinguirse con sus productos y servicios y llegar con su mensaje a potenciales clientes con contenido de calidad. Es simple. Las historias bien contadas atrapan, seducen, movilizan, emocionan, ¡son irresistibles! flordehistoria.com twitter: @flodelgizzo