Algo confusos y -por qué no- tímidos, los orígenes de la búsqueda de hacer más llevaderas las obligaciones laborales se remontan a varias décadas atrás. Sin que exista una certeza absoluta, la mayoría de quienes han explorado el tema ubican las raíces de estas prácticas en 1947, en el norte de la Polinesia, más precisamente en la ciudad de Honolulu, en el archipiélago de Hawaii. En ese momento y en ese lugar, la decisión fue permitir a los trabajadores vestir la camisa Aloha en cierta época del año.
Desde ese puntapié, y aún antes de expandirse, reformularse, diversificarse y seducir a empleados y empleadores, la intención de esta estrategia corporativa estaba clara: hacer sentir al trabajador cómodo, a gusto, cuidado y motivado por la empresa a la que pertenecía. No un engranaje, no un número, sino una persona con deseos, sentimientos, necesidad de confort y, lo más importante, el potencial para aprovechar esas condiciones favorables, convirtiéndose en un agente más satisfecho y a la vez productivo.
En un proceso paulatino pero constante, las áreas de Recursos Humanos de las grandes corporaciones fueron ampliando y perfeccionando el menú de opciones. El casual friday, en muchos casos, se extendió a toda la semana. Y aparecieron el free bar, el summer friday, las áreas de esparcimiento, gimnasio, espacios verdes, lugares destinados al descanso y hasta la posibilidad de trabajar en forma remota, conocida globalmente como home office.
Prácticas accesibles
El hecho de que las grandes compañías hayan sido las pioneras en impulsar estas iniciativas no significa que sea imposible extenderlas a toda la comunidad empresaria, incluyendo a las PyMEs. Tal vez las primeras imágenes que vienen a la mente cuando se leen los conceptos mencionados más arriba son una multitud de hombres y mujeres pasando a una vestimenta informal bajo la atenta mirada de una poderosa multinacional, o trabajadores que desde sus hogares se conectan a numerosos y ultramodernos servidores de última generación.
Sin embargo, nada de eso es estrictamente necesario. Con una estrategia adecuada y objetivos claros, cualquier PyME que apunte a mejorar su performance puede implementar estas prácticas. Y, además, debe hacerlo. No se puede dar el lujo de perder a un ejecutivo o a cualquier empleado por no saber contenerlo, por no ser capaz de ofrecerle estímulos que podría encontrar en otra compañía.
Lo relacionado con la vestimenta es, en la mayoría de los casos, aún más simple de implementar que en una gran empresa. En cuanto al home office, las principales ventajas son fáciles de detectar: ahorro de tiempo y dinero para los empleados al no tener que trasladarse, y ahorro de costos para el empleador, que no necesitará ocupar una superficie tan grande.
Del otro lado, por supuesto, los temores lógicos: ¿se puede mantener la disciplina y la productividad en un esquema de este tipo?, ¿no se resiente la comunicación entre la empresa y los empleados, y entre éstos entre sí?, ¿cómo controlar los horarios?, ¿qué pasa si en algún momento decido volver al modelo presencial y el trabajador se niega porque considera el home office como un derecho adquirido?
10 claves
Para responder buena parte de esas inquietudes, compartimos este decálogo elaborado en base a los consejos de expertos que estudian el tema:
1. Definir horarios: trabajar en el hogar no supone una relajación en este aspecto. Debe cumplirse del primero al último minuto como si se estuviera en la oficina.
2. Este sí, este no: no todas las tareas son aptas para cumplirse en forma remota. Hay que determinar con criterio quiénes pueden gozar de ese beneficio y quienes no. También la forma de recompensar y motivar a ese segundo grupo (horarios flexibles, horarios reducidos, mayores comodidades en el lugar de trabajo, entre otros).
3. Banda ancha: una buena conexión a Internet es imprescindible para asegurar el éxito de esta metodología. Un proveedor que garantice tanto velocidad como un servicio sin cortes en cada locación remota es condición sine qua non.
4. Espacio exclusivo: los trabajadores que cumplan labores en su casa deberán contar con un lugar aislado de ruidos y otros elementos de distracción. Quienes conviven con esas personas también deberán saber que no está "disponible" para otras cosas.
5. Supervisión: el control se hace más necesario y, a la vez, más difícil. Por eso es aconsejable implementar algún software de gestión que posibilite mediciones precisas de los resultados y productividad de los empleados.
6. Equipamiento: según las tareas de cada uno, es fundamental que cada empleado cuente con las herramientas tecnológicas que necesita. Esto es responsabilidad de la empresa.
7. Reversible: se recomienda firmar un convenio de adjudicación de este beneficio por un plazo determinado, tras el cual se evaluará la continuidad del mismo o no. O bien algún otro mecanismo que deje el camino libre a la empresa para volver al esquema tradicional si lo considera conveniente.
8. Beneficio optativo: lo ideal, en caso de ser posible, es que el empleador pueda ofrecer a cada trabajador la opción de cumplir tareas en su casa o en la oficina. Los últimos estudios demuestran que algunas personas son más productivas en el hogar, mientras que otras necesitan la contención de un ámbito laboral más clásico.
9. Comunicación: el intercambio constante entre los miembros del equipo de trabajo es indispensable. Por esta razón, se debe considerar la posibilidad de concretar videollamadas, como también pautar reuniones presenciales con periodicidad.
10. Cuentas claras: no debe haber dudas en ninguna de las dos partes sobre quién pagará cada cosa. La empresa y el empleado deben definir con claridad quién se hará cargo de equipos, insumos, accesorios, conectividad, facturas de servicios y todo tipo de gasto que se genere, según la actividad.
Argentina líder, un desafío
De acuerdo a un estudio realizado este año en México por la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), el home office reporta beneficios significativos para las PyMEs, como por ejemplo el incremento de 28% en la productividad. México es uno de los tres países con mayor índice de trabajo hogareño en América Latina. Pero es Argentina quien encabeza ese ranking.
Este liderazgo constituye una buena noticia, pero a la vez, representa un desafío para las PyMEs locales. ¿Por qué? Porque si son muchos quienes lo están implementando, más necesario es estar preparado para hacerlo. Caso contrario, serán otros los que aprovechen los ahorros y beneficios de esta modalidad para ser más competitivos. Y serán otros también, los
que se queden con los empleados más aptos, porque podrán ofrecerles una alternativa que para muchos resulta tentadora.
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POR: Eliana Ramos.
Periodista. Coordinadora periodística del sitio web Timing Político, responsable de Prensa y Comunicación en la AHRCC (Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés). Desarrolló su carrera periodística profesional corporativa en Aeropuertos Argentina 2000 y Corporación América. Fue responsable de Prensa del CEyS (Consejo Económico y Social de la Ciudad de Buenos Aires). Trabajó en el semanario rural Infocampo como redactora periodística y en el diario El Argentino Sur. En radio, participó en radio Belgrano y Excelsior.