1) ¿Cuál es su definición de "fracaso" y por qué se refiere a él como un "regalo"?
El fracaso es muy difícil de definir en términos de la búsqueda personal. En realidad, la palabra surgió en el siglo XIX para referirse a la bancarrota y representa algo estático, que llegó a un camino sin salida. Pero sabemos que la vida no es así, y mucho menos lo es el espíritu humano. Por eso concibo el fracaso como ciclos, a la manera de las estaciones, que van mermando para dar paso a la siguiente. En última instancia, lo considero una transición y una posibilidad de conversión a algo mejor. De allí que lo considere un regalo.
2) Entonces, ¿qué rol juega el fracaso para llegar al objetivo deseado?
Con frecuencia, el fracaso es una etiqueta que el mundo le pone a una idea innovadora que no termina de entender. Pero correr el riesgo es fundamental para dar con algo nuevo. Entonces, una vez que se logra descartar ese preconcepto es posible enfocarse en el proceso de transitar el camino hacia la innovación.
3) En el mundo de los negocios se habla mucho de "éxito". Usted no suele hablar de "tener éxito en algo" sino de "dominarlo". ¿Cuál es la diferencia?
No hay nada malo en buscar el éxito, pero creo que tiene más que ver con el reconocimiento que llega con él, con establecer una vara y mostrar un estatus frente al mundo externo. Dominar un tema, en cambio, responde a una motivación interna que recorre un camino personal interminable. Es lo que caracteriza a los líderes, los emprendedores, los innovadores, los líderes del cambio social. ¿Por qué? Porque el éxito se alcanza llegando una vez a la meta, y el control de un tema, por el contrario, obliga a mejorar constantemente, de manera sostenida a lo largo del tiempo.
4) Usted menciona a muchos líderes en su libro. Martin Luther King, por ejemplo. ¿Cuál fue el fracaso que tuvo que superar?
Como sabemos, fue uno de los predicadores más influyentes de nuestro tiempo. Sin embargo, mientras era estudiante le costaba hablar en público y no recibía buenas calificaciones en oratoria. Cierta vez le preguntaron cómo resolvió ese problema, y explicó que la solución llegó cuando pudo superar el miedo a morir.
5) Cuéntenos sobre "la paradoja del arquero" y cómo se aplica a nuestra vida diaria.
Me fasciné con la idea de esa paradoja porque es una metáfora de cómo vivimos nuestras vidas. Los arqueros, cuando apuntan a un objetivo, consideran muchas cosas que pueden torcer el recorrido de la flecha: el viento, la fatiga corporal y la intensidad, por ejemplo. Nosotros también hacemos eso todo el tiempo, modificando y corrigiendo nuestras ideas para llegar al objetivo que nos planteamos. Por eso no se ve como una línea recta, sino como una curva.
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POR: Sarah Lewis // © WOBI.